Los leones han recuperado la sonrisa. Con la victoria por 4 goles a cero ante el Granada, el Athletic se confirma como el gran favorito para el último puesto de Liga de Campeones en el tramo decisivo de la temporada. Era difícil preveer esto tras la mala segunda campaña de Bielsa y la marcha, pese a sus pocos minutos, de Fernando Llorente; los bilbaínos pasaron de la final de la Europa League a la medianía de la mitad de tabla española. Con la marcha de Bielsa, Valverde fue el elegido para ser el nuevo timonel de la nave rojiblanca y, hasta el momento, está cumpliendo con creces su objetivo.

Las señas de identidad del Athletic del 'Txingurri' son fácilmente reconocibles: su fortaleza en casa (únicamente el Atlético del Cholo ha conseguido ganar en el Nuevo San Mamés) y su fútbol de vocación claramente ofensiva. Los leones son el cuarto equipo más goleador de la competición con 49 tantos, pero también reciben bastantes goles (30) para los que consiguen convertir.

Pero dejando un lado el colectivo, hay un jugador que me llama especialmente la atención. Llegó este verano y, para muchos, fue un fichaje extraño, incluso innecesario si el esquema de Valverde iba a parecerse al de Bielsa. No es el centrocampista más técnico de los vascos, ni vino con la etiqueta de estrella, ni siquiera costó más de tres millones de euros, pero Mikel Rico está siendo una de las sensaciones de este Athletic por méritos propios.

El mediocentro de 29 años volvió al equipo de su tierra tras varias temporadas a un buen nivel en el Granada y ha acallado a sus críticos con rendimiento... y goles. El vizcaíno suma ya cinco goles en Liga, alguno muy importante, y es el mediocentro más goleador de los vascos. Pero lo que Mikel aporta al equipo va más allá de las estadísticas cuantificables. Valverde ha encontrado en el veterano centrocampista a un jugador que le aporte físico, presencia en ambas áreas y que consigue imponer su ritmo con facilidad.

Mikel es un cúmulo de virtudes bien aprovechadas: sabe cuándo y hacia dónde tirar las diagonales cuando hay espacios, apoya a los jugadores de banda, se desvive en tareas defensivas... y tiene un don para saber dónde van a caer los rebotes. Si a eso le sumas su buen golpeo de balón y su oportunismo, encuentras la razón por la que se ha impuesto a un jugador tan superior a él como es Beñat. Ya saben el viejo dicho: "el trabajo duro vence al talento cuando el talento no trabaja duro".

Álvaro Estévez (@alv_estevez)