Estoy sentado frente a un folio en blanco. Así se encuentra mi mente en estos momentos. No sé sobre qué escribir. Me pierdo entre el papel, y sí me gusta escribir primero en papel. Todavía me resuenan los ecos de lo que me contaba un compañero volviendo ayer en mi Ford Fiesta sobre el partido que acababa de suspender.

Nos situamos en un municipio indeterminado entre Nerja y Estepona. En el campo de fútbol de ese municipio se juega un partido de alevines, niños de no más de once años. Un equipo que vamos a llamar X juega de local y a los visitantes los vamos a llamar Y. Se juega una primera parte sin problemas.

Ya es cuando pasamos a la segunda mitad del partido. El equipo X va ganando de manera fácil y se empiezan a oír las primeras voces ridículas de algunos padre/madres “allí nos robasteis y ahora os vamos a ganar” ¿robar un partido de fútbol 7 donde los críos tienen que disfrutar? ¿Usar esos términos en una categoría formativa? Los padres del equipo Y responden también. La cosa se calienta.

Dos padres se cruzan.

Al cruzarse se encuentran. Todo empieza.

A la par que una cosa comienza, acaba otra. Lo que acaba es el juego, el disfrute, la diversión. El verdadero objeto de la reunión matutina en el campo del equipo X.

El final del partido sólo quiere decir una cosa. Comenzaba otro en la grada. Padres de un equipo agrediendo a otros y viceversa. No se salva ninguno. No quiero decir que todos participaran en el esperpento mañanero, si no que participaron personas de los dos colores. Un padre lanza a otro por encima de la valla de separación de la grada del verde, otro aparece por detrás y abofetea al ¿rival?.

El espectáculo era presenciado por 24 niños pequeños, 4 personas del cuerpo técnico de los dos equipos y un árbitro alucinado. Los cinco últimos, todos mayores de edad, trataban de que los pequeños accedieran a los vestuarios sin sufrir nada de la escena tragicómica que estaban interpretando sus padres.

Todo terminó al llegar al campo, de titularidad municipal, 4 coches repletos de agentes de seguridad para calmar y separar a los salvajes.

Ahora dejo varias preguntas. ¿Era necesario todo esto en un partido de niños? ¿Era necesario todo esto? Ahora si en un futuro los que ayer eran los verdaderos protagonistas de la mañana, los pequeños, se comportan igual ¿Cómo actuamos?

Nota del autor: la historia basada en hechos reales, fue redactada en la noche del domingo por que lo que se debe entender que los hechos ocurrieron el sábado.  

Jesús García Pérez (@jesusgarciapere)