Falta menos de una semana, seis días y siete noches exactamente, seis días y siete noches para que por fin el 18 de Marzo, 22 meses después de su partida, el rey vuelva a su hogar, ese hogar que seguramente jamás debió abandonar. 

Para entender lo que Didier Drogba siginifica para el Chelsea es necesario ser aficionado del Chelsea. Desde fuera puede cometerse el error de quedarse en sus 157 goles, en sus 9 goles en 8 finales que supusieron 8 títulos, en las 3 Premiers o incluso en la Champions League conquistada en Munich, pero como digo, eso sería un error, sería simplemente mirar a la superficie.

Didier Drogba es mucho más que números, títulos y estadísticas. Didier Drogba es una de las grandes leyendas del equipo londinense, y es una de sus grandes leyendas porque nadie simboliza mejor que él la historia reciente del Club. No fue el primero de los fichajes de la era Abramovich, ni siquiera el más caro, pero era el icono más representativo de la nueva realidad de los londinenses: el delantero de moda en Europa, por el que se peleaban los grandes equipos, había elegido jugar en el Chelsea, un equipo que 3 años antes ni siquiera podría haberse planteado una contratación de esas características. Quizá el Chelsea le ofreció el mejor sueldo, o fue el que más dinero ofreció al O.Marsella, o quizá fue Mourinho, o quizá fue un poco todo, lo importante es que Didier eligió a los londinenses.

En su momento fue un fichaje criticado por muchos debido al alto precio pagado por el costa marfileño, pero nunca por Stamford Bridge. En el instante en el que Didier saltó al campo con la camiseta azul y empezó a correr, rematar, atacar, defender y a luchar, sobre todo a luchar, el flechazo fue instantáneo. 

Y si bien su primera temporada no fue especialmente brilante, los blues lo tenían claro, Drogba era uno de los suyos. Era uno de los suyos porque representaba a la perfección el espíritu de los aficionados del Club. Unos aficionados que no estaban acostumbrados a pelear por la Premier o la Champions League. Unos aficionados que estaban acostumbrados a ver como sus jugadores, independientemente del talento que tuviesen, trabajaban y se esforzaban hasta el último segundo de cada partido. Unos aficionados que no entendían, ni entienden, el fútbol sin sufrimiento.

Drogba se convirtió en el mejor delantero de Europa, le llovieron todo tipo de ofertas, tuvo momentos complicados, lesiones importantes, conflictos con algún entrenador, llegaron delanteros que teóricamente le robarían el puesto...vivió todo tipo de situaciones y jamás abandonó el Chelsea. Desde el primer hasta el último día Didier fue siempre el mismo, un león vestido de azul que peleaba en cada partido hasta la extenuación. Nunca cambió, ni siquiera cuando ya era una gran estrella. Llegó prometiendo sudor, goles y trabajo, y ese fue su legado hasta el último día, un 19 de Mayo en el que logró cumplir la promesa que se hizo a sí mismo tras la final de Moscú: no abandonaría el Chelsea hasta que no consiguiera darle al Club su primera Champions League.

Esa es la clave del amor que los blues sienten hacia Drogba. Didier, con su personalidad, con su fuerza, con su forma de jugar, de arriesgar absoiutamente todo en cada balón, en cada jugada y en cada choque, consiguió plasmar en el campo, mejor que ningún otro jugador, la personalidad de los aficionados. Fueron 8 años en los que el Club ganó innumerables partidos, perdió otros tantos, llegaron títulos importantes y derrotas demasiado duras como para poder olvidarlas, pero sobre todo, fueron ocho años en los que el Chelsea, de la mano de Drogba, cambió para siempre. 

Tina Herrero (@tmandarina)