En el fútbol cuesta cambiar las cosas cuando no funcionan,
pero hay veces que se hace cuando sí van como preveía el guión. En Villarreal
se cambió la manera de trabajar y lo pagaron muy caro, pero han vuelto con las
ideas muy claras, y demostrado queda con la marcha de su proyecto en la
presente temporada.
La huella de Manuel Pellegrini fue muy grande, demasiado
como para que Ernesto Valverde la borrase de la noche a la mañana. Un club que
se caracterizaba por la paciencia y la confianza en los jóvenes y en lo nuevo,
debía tener mucha con un proyecto que pretendía entrar en Champions League y
que se codeaba con la zona media baja pasadas ya unas jornadas.
De los errores se aprende, es obvio, pero cometieron uno que
no debió haber sucedido. Se perdió la paciencia. El despido de Valverde llevó a
la contratación de Garrido para el primer equipo, y lo cierto es que la
reacción fue tan buena como para acabar en puestos de Liga de Campeones, pero
ya se había perdido la esencia del club, lo que más se elogiaba, la fe y la
paciencia en los banquillos.
La campaña siguiente se consumó un desastre que parecía
destinado a suceder. No solo se descendió, que ya de por sí fue la catástrofe
de la temporada, sino que además no se compitió en un grupo de Champions que,
siendo el más fuerte de todos, no era tampoco como para perder todos los
partidos.
Tras el descenso, la idea era firmar a alguien experimentado
en segunda en el tema de los banquillos para ascender lo antes posible, y así
sucedió con el fichaje de Manuel Preciado, pero, muy tristemente, el día antes
de su presentación, como todos sabemos, falleció repentinamente. Sorprendió
mucho su sucesor, Julio Velázquez, que era todo lo contrario al técnico que se
iba a firmar horas antes.
Otra vez parecía que el club vagaba sin saber qué quería, y
la liga no pudo empezar peor. A Velázquez se le pedía controlar un vestuario de
mucho peso, un equipo que estaba una categoría por debajo de donde debía estar,
y se le fue de las manos sin pretenderlo. El resultado, despido y contratación
de Marcelino García Toral, algo más parecido a Preciado de lo que tenían
disponible.
Con el técnico ex de Sevilla, Sporting, Recreativo y Racing
llegó la normalidad, lo que debía haber sido el club tras la marcha de Pellegrini
y no fue. Consiguió el ascenso con confianza en la cantera y en la gente joven.
Dio peso a Trigueros, Aquino, Gerard Moreno (ahora cedido en Mallorca) o Moi
Gómez entre otros, y el resultado es que, un año después, el equipo compite por
puestos europeos.
No sabemos qué sucedió en el seno de la entidad
castellonense para que, de repente, se cambiase de la noche a la mañana una
política que funcionaba por otra que les llevó al más absoluto desastre, pero
desde luego, para el aficionado medio, el que disfruta o el que no disfruta con
el Villarreal, es un disfrute ver regresar al Villarreal. Yo, como
valencianista, les considero muy rivales ya.
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